Llega el verano y con ello el calor, las vacaciones, la piscina, la playa y… las candidiasis. Y es que posiblemente sepas de lo que estoy hablando ya que hasta el 75% de las mujeres experimentan algún episodio de inflamación vulvovaginal sintomática a lo largo de su vida y el 40-50%, al menos, un segundo episodio. Dentro de estas inflamaciones, la más frecuente es la vulvovaginitis candidiásica, que es de la que vamos a hablar ahora.
¿Qué síntomas suele dar?
Lo más característico es el picor (prurito) y el ardor, acompañándose en muchas ocasiones de inflamación y aumento de la secreción vaginal. El picor suele ser tan intenso que en muchas ocasiones vemos lesiones por rascado, que no deben confundirse con otro tipo de infecciones que sí pueden ocasionar lesiones como es el herpes genital. La secreción vaginal es característicamente blanquecina con grumos y no suele tener mal olor.
¿Por qué se produce?
Para contestar a esta pregunta primero vamos a explicar qué es la microbiota vaginal. En la vagina habitan un conjunto de microorganismos de forma natural y sin causar daño, lo que constituye la llamada microbiota vaginal. Estos microorganismos (principalmente lactobacilos, destacando los de Döderlein, pero también Candida albicans, Gardnerella vaginalis y otros) colonizan la vagina ya que está recubierta por una secreción rica en nutrientes como la glucosa. En un momento determinado estos microorganismos “buenos” pueden convertirse en patógenos si proliferan en exceso y se modifica el pH vaginal. La abundancia de este flujo depende principalmente de los niveles de estrógenos (hormona femenina), por tanto, es mayor durante la edad fértil de ahí que sean raras las candidiasis en las niñas premenárquicas (las que aún no tienen regla) y en las mujeres posmenopáusicas.
¿Cómo nos defienden estos lactobacilos?
Compiten con los hongos por los nutrientes disponibles. Bloquean los receptores que usan los hongos para adherirse a la vagina. Segregan unas sustancias que hacen que la glucosa se convierta en ácido láctico y así mantener un pH vaginal en rangos de acidez (entre 3,5-4,5), siendo este el principal mecanismo de defensa frente a la colonización por patógenos. Potencian la respuesta inmune mediante la secreción de unas sustancias claves para la eliminación de las vaginitis. Actualmente, se sabe que el desequilibrio de esta flora vaginal es la causa principal de las infecciones vaginales.
¿Qué es la vulvovaginitis candidiásica o la candidiasis vulvovaginal?
Es una inflamación de la vagina producida por una especie de hongo llamada cándida, secundaria a alguna causa que ha provocado una disminución de la respuesta inmune a ese nivel. La más frecuente (90%) es la cándida albicans.
¿Qué situaciones predisponen a esto?
Diabetes mellitus mal controlada. Uso de antibióticos: es muy frecuente la consulta de prurito vulvovaginal tras toma de antibiótico. Niveles elevados de estrógenos como el uso de anticonceptivos, embarazo y terapia con estrógenos. Enfermedades inmunodepresoras o que precisan tratamiento inmunodepresor. Estas situaciones pueden hacer que el hongo que vivía de forma asintomática en la vagina y vulva, se multiplique y se convierta en patógeno.
¿Cómo se diagnostica?
Los signos y síntomas que mencionamos antes (picor, escozor, flujo grumoso blanco, inflamación…) son muy sugestivos de candidiasis vulvovaginal. No obstante, lo ideal es realizar una exploración adecuada y un cultivo que nos confirme el diagnóstico, ya que la mayoría de no respuestas al tratamiento es por tener un diagnóstico erróneo.
¿Cómo se trata?
Hay que tratar a toda mujer que presente síntomas, es decir, cuando en una citología por ejemplo sale como resultado presencia de cándida pero la paciente está asintomática, no hace falta tratar ya que, como hemos explicado antes, se trata de un hongo que es frecuente que colonice la vagina. Para el tratamiento tendremos que diferenciar un episodio de candidiasis de una paciente que tiene candidiasis de repetición (más de 4 al año).